Vallejo había regresado y fui a comer con él y con Gutiérrez, les conté todo lo que sabía del caso y que no estaba tan seguro de que Jordi fuera el asesino. Gutiérrez me dijo que de momento era el único sospechoso y que debían seguir buscándolo. Vallejo le dio la razón al jefe y la orden de busca y captura siguió en pie. Le pregunté al jefe si ahora que Vallejo estaba en Vigo, iba a ocuparse del caso. Gutiérrez me dijo que sería un atraso que el teniente Vallejo se tuviera que poner al día en un caso tan complejo y con tantos pequeños detalles. Por tanto seguí al frente de la investigación mientras Vallejo se dedicaba a casos menores y se ponía a mi disposición.
La tarde pasó sin ninguna novedad y volví a notar la tensión. Decidí irme a casa andando y por el camino pensé en que era demasiado joven y demasiado inexperto para afrontar esta investigación. Debía cumplir órdenes, pero Vallejo debía ocuparse del caso. De todos modos agradecía la confianza que el jefe había depositado en mí. También sabía que si lo defraudaba podía ser el final de mi corta carrera y él se ganaría un buen tirón de orejas de Madrid.
Me metí en la cama y leí la Biblia. Me hizo sentirme bien y logré conciliar el sueño.
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