lunes, 30 de agosto de 2010

Capítulo 3 - Sábado 27 y Domingo 28 de Agosto

El resto del fin de semana lo dediqué a conocer la ciudad. Vigo tiene lugares realmente preciosos como el parque de Castrelos donde te puedes encontrar desde parejas de ancianos paseando hasta atletas de élite entrenando, como las ruinas celtas del Monte del Castro o las playas. También me llamaron la atención las plazas que hay en el centro de la ciudad como la Plaza de América en la que hay una escultura llamada La Puerta del Atlántico o la impresionante construcción en bronce de la Plaza de España donde cuatro enormes caballos ascienden hacia el cielo mientras un chorro de agua cae entre ellos.

Vigo sigue teniendo el encanto de los pueblos de mar con su ribera y su casco viejo en los que todos los fines de semana se sirven las famosas ostras, percebes y otros mariscos de la ría.

El sábado por la tarde me acerqué a la playa de Samil donde me quede maravillado con la vista de las islas cíes. La belleza de este paisaje hace que te sientas relajado y con ganas de respirar el aire del mar eternamente.

El domingo por la tarde me quedé en el apartamento viendo la televisión y me acosté pronto porque no quería llegar tarde en mi primer día de trabajo. Antes de quedarme dormido sentí la ilusión que cualquiera tiene cuando comienza una nueva aventura. Han sido muchas las ocasiones en las que he añorado tener aquella sensación, porque lo que pasó en los días siguientes hizo que no volviera a sentirla jamás.

lunes, 23 de agosto de 2010

Capítulo 2 - Viernes 26 de Agosto

Me levanté cansado, el día estaba lluvioso, hacia frío y decidí ponerme un abrigo. Salí a la calle y comencé a andar bajo los edificios buscando algún lugar en la que sirvieran desayunos. Desayuné en una cafetería cercana. Me acerqué a la comisaría y la contemplé desde fuera, era un edificio antiguo, completamente construido en piedra y con una gran entrada custodiada por dos policías de uniforme que me pidieron mis credenciales cuando me disponía a entrar. Se mascaba un ambiente de nerviosismo, de tensión, la atmósfera estaba enrarecida por una extraña preocupación.

Me dirigí a recepción donde dos policías realizaban el papeleo cotidiano a una velocidad realmente increíble. Le pregunté a uno de ellos dónde se encontraba el despacho del jefe y, sin dejar su trabajo, me indicó una puerta y me dijo:- “La señorita que está sentada en la mesa es Raquel su secretaria.”

Raquel era mujer increíble, su pelo era negro, tenía unos grandes ojos verdes y su cuerpo lograría enloquecer a cualquier hombre de este mundo.- Disculpe señorita soy el nuevo teniente y tengo una cita con el jefe Gutiérrez. Me miró con una sonrisa en los labios que no olvidaré jamás y apretó un botón en la pequeña centralita que tenía a su lado:- Señor Gutiérrez, el teniente Samuel Durán ha llegado. Se escuchó una voz bronca que respondió:- Que pase.

Tenía la sensación de que en el momento en que atravesara aquella puerta, todo lo que había vivido hasta entonces quedaría como una simple anécdota de mi vida, y no me equivocaba.

El jefe estaba sentado tras una gran mesa de madera llena de papeles. Cogió una carpeta y comenzó a leer:- Samuel Durán, licenciado en técnicas de investigación. Recomendado por el jefe de policía de comisaría central de Madrid. Novato.- Me miró a los ojos y prosiguió:- Siéntate hijo y cuéntame qué te parece nuestra ciudad y si estás a gusto con el alojamiento que te hemos buscado.


- He llegado ayer por la noche y aún no he tenido tiempo para nada, pero espero acostumbrarme lo más rápido que pueda. Me gustaría saber quién va a ser mi compañero.


- Lo siento muchacho pero debido a un invento del hombre llamado vacaciones estamos en cuadro, por lo tanto tendrás que empezar a conocer el trabajo tú solito. - Me respondió.-


- Tengo entendido que ésta es una ciudad tranquila en la que apenas ocurre nada fuera de lo común. - Continué interrogando.-


- Si, la verdad es que Vigo suele ser un sitio apacible, pero en los últimos días han aparecido un par de cadáveres y eso tiene a la población un poco revuelta. Pero no te preocupes, ese caso lo lleva Vallejo. El lunes te asignaremos un coche y comenzarás a patrullar para conocer la ciudad y resolver cualquier cuestión para la que te llamen. Disfruta del fin de semana y no te preocupes, todos tus compañeros te ayudarán en lo que puedan.

Salí de la comisaría con la certeza de que había empezado a recorrer un camino pedregoso del que no tenía claro si iba a salir con buen pié. Me fuí a mi casa y pasé el rsto del día terminando de instalarme.

martes, 17 de agosto de 2010

Capítulo 1 - AÑO 2005 , Jueves 25 de Agosto

Llegué a Peinador procedente de Barajas en el avión de las 20.00 horas. Era la primera vez que salía de Móstoles, mi ciudad natal, y el viaje me había mareado bastante. En Vigo un grupo de grandes nubes grises lo cubría todo y parecía haber caído la noche antes de lo normal en aquella época del año.
Después de recoger mi equipaje, salí de las instalaciones del aeropuerto y cogí un taxi que me llevo al centro de la ciudad, donde se encontraba la calle en la que estaba el estudio en el que viví durante unos meses. Era una habitación pequeña, con una cama, una mesa sobre la que había un televisor y una silla. La pared estaba pintada de color blanco, sin ningún tipo de adorno, y junto a la entrada había dos puertas, una de ellas daba a un diminuto servicio con un water, una pileta y una ducha de pie, la otra puerta era un armario empotrado en el que comencé a guardar mi ropa.
Cuando acabe de adecentar el estudio salí a cenar a una hamburguesería que se encontraba a unos pasos de allí. Mientras cenaba pensé en lo rápido que habían transcurrido para mí las cosas, ya que en los últimos días mi vida había dado un giro de 180 grados. Terminé mis estudios un mes antes de llegar a Vigo, y de entre todos los Tenientes de mi promoción el único al que habían destinado lejos de Madrid había sido a mí. Tuve que hacer la maleta y dejar a mi familia, mis amigos y mi novia a 600 kilómetros de distancia, pero sabía que era algo que en algún momento tenía que ocurrir.
Hacía frío y decidí marcharme a dormir. Además a la mañana siguiente debía presentarme en la comisaría para ponerme al día de cuál iba a ser mi trabajo y de quién iba a acompañarme durante mi aprendizaje. Apenas pude conciliar el sueño.