martes, 28 de diciembre de 2010

Capítulo 20 - Martes 20 de Septiembre

Vallejo había regresado y fui a comer con él y con Gutiérrez, les conté todo lo que sabía del caso y que no estaba tan seguro de que Jordi fuera el asesino. Gutiérrez me dijo que de momento era el único sospechoso y que debían seguir buscándolo. Vallejo le dio la razón al jefe y la orden de busca y captura siguió en pie. Le pregunté al jefe si ahora que Vallejo estaba en Vigo, iba a ocuparse del caso. Gutiérrez me dijo que sería un atraso que el teniente Vallejo se tuviera que poner al día en un caso tan complejo y con tantos pequeños detalles. Por tanto seguí al frente de la investigación mientras Vallejo se dedicaba a casos menores y se ponía a mi disposición.

La tarde pasó sin ninguna novedad y volví a notar la tensión. Decidí irme a casa andando y por el camino pensé en que era demasiado joven y demasiado inexperto para afrontar esta investigación. Debía cumplir órdenes, pero Vallejo debía ocuparse del caso. De todos modos agradecía la confianza que el jefe había depositado en mí. También sabía que si lo defraudaba podía ser el final de mi corta carrera y él se ganaría un buen tirón de orejas de Madrid.

Me metí en la cama y leí la Biblia. Me hizo sentirme bien y logré conciliar el sueño.

martes, 21 de diciembre de 2010

Capítulo 19 - Lunes 19 de Septiembre

Con ánimos renovados volví a la investigación. Llamé a las familias de las víctimas para saber en qué sitio habían abortado sus hijas, pero era como si un velo hubiera cubierto sus mentes y no recordaran las conversaciones que tuvimos el viernes anterior. Básicamente me dijeron que no deseaban revolver mas la mierda y que el nombre de sus familias estaba en juego. Algunos de los familiares hasta me hablaron y despidieron de un modo grosero, algo que contrastaba ,pensé irónicamente, con el gran nivel social en el que se movían.

De modo que tuve que investigar cuantos centros en Vigo practicaban abortos. Encontré tres clínicas y, en una de ellas habían abortado todas las víctimas. Fuera quien fuera el asesino era muy posible que estuviera vinculado a aquel sanatorio.

La clínica está situada cerca del estadio de fútbol, es un edificio de cinco plantas con una entrada para ambulancias y otra para la gente. Al entrar me encuentro de frente con una gran mesa circular y una mujer con un vestido blanco que se lima las uñas sentada en una silla giratoria provista de ruedas.
- Buenos días, soy el teniente Samuel Durán y me gustaría obtener cierta información- pregunto mientras muestro la placa.

La mujer alzó la vista y vi que masticaba un chicle mirándome como si la hubiera molestado en medio de una delicada operación.
-¿Qué quiere saber?- me preguntó con desgana mientras agitaba la mano izquierda arriba y abajo para secarse el esmalte.

Saqué la foto de Jordi del bolsillo interior de mi americana y al hacerlo dejé al descubierto durante una fracción de segundo la cartuchera de la que sobresalía mi revolver. Al verlo la mujer se enderezó en el asiento, tiró el chicle y dejo de mover la mano.
- ¿Reconoce a este hombre?- dije mientras alzaba la foto frente a su cara.
- No
- Por favor, fíjese bien.

La mujer cogió la foto y la miró con detenimiento para luego entregármela diciendo: estoy segura, no lo he visto en mi vida.
-¿Cuánto tiempo lleva usted trabajando aquí?
- Catorce años.
- Podría facilitarme una lista de todos los empleados que hayan tenido en el último año.

Respondió afirmativamente, pero dijo que tardaría un par de días en conseguirla, así que le di el número del fax de la oficina y le dije que me la enviase lo antes posible.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Capítulo 18 - Sábado 17 y Domingo 18 de Septiembre

El sábado por la mañana llamé a Gutiérrez y le conté lo sucedido el día anterior. Le expuse todas mis dudas y con voz calmada me dijo que era mejor que me tomara el fin de semana de descanso, que estaba sometido a mucho estrés y que su experiencia le decía que el nerviosismo hace que un detective pierda la perspectiva.-vaya usted al campo Sam. Descanse y respire aire puro. En el estado en que está no nos es útil. El lunes verá las cosas de otra manera. Me pareció que el jefe exageraba y que no le iba a hacer caso, pero antes de colgar dijo:-¡ah! Teniente, es una orden.

Llamé a una oficina de turismo y me recomendaron una casa de turismo rural en Celanova en la provincia de Orense, así que alquilé un coche y me marché esa misma tarde.

Creo que en ningún momento conseguí sacarme de la cabeza el caso, pero el aire puro y el silencio sirvieron para que me relajara.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Capítulo 17 - Viernes 16 de Septiembre

Estaba cerca de firmar mi informe y dar por cerrado el caso. Pero tenía que obtener una confirmación definitiva. La madre de Laura, la primera víctima se había mostrado nerviosa al hablar de Jordi, era el momento de que me contara lo que ocultaba, la pieza que completara el puzzle.

Junto a las palmeras había un jardinero cortando el césped, al verme se fue corriendo en dirección a la casa y unos segundos después salía acompañado de la mujer con la que me había entrevistado hacía unos días. Me saludo cortésmente, y noté que de su mirada emanaba una rabia contenida muy difícil de expresar con palabras.
- Buenos días teniente, pase y siéntese.
Entré en el gran salón y enseguida llegó una muchacha que me ofreció un café. Un poco después estaba sentado frente a frente con la dueña de la casa.
- Así que fue Jordi el que asesinó a mi hija.
- Sí, eso es lo que he deducido de mi investigación.
- Nunca fue bueno para ella, se lo dije y se lo repetí a Laura pero ella no se daba cuenta.- en sus palabras volví a sentir el rencor.
- Quiero que me cuente lo que se ha estado guardando todo este tiempo.
- Le aseguro que no le he ocultado nada- dijo, pero no con la voz de una persona que se siente ofendida, sino con la voz de una persona que se siente amenazada.
Me acerqué a ella y en susurros le dije – Por favor, cuéntemelo.

Ella se recostó en el sillón y vi como aquella mujer cansada se debatía entre decir la verdad o seguir mintiendo para siempre. Por fin sus ojos se cerraron y una lágrima se desprendió de su ojo derecho hasta caer en el vestido. Se inclinó hacia mí, al igual que yo lo había hecho unos segundos antes y me susurró: - Laura se quedó embarazada de Jordi. Lo descubrimos mi marido y yo hace dos meses, ella llevaba tres en estado. Jordi quería tener el niño y ella no sabía bien lo que hacer. La obligamos a abortar y cuando él se enteró decidió marcharse a Brasil porque decía que no era capaz de seguir viviendo en la misma ciudad que ella. Creo que por eso regresó y la mató.

La sorpresa me dejó boquiabierto y comencé a pensar que no era posible que esa situación se hubiera dado con el resto de las víctimas. No sabía muy bien que decir, y para no mostrar indecisión esbocé una pregunta que más salió de mi subconsciente que de mi curiosidad.
- Pero, ¿por qué no lo dijo antes?
- No está lo suficientemente claro. Mi hija estaba soltera e iba a tener un hijo de ese sinvergüenza que además es un asesino. La gente de nuestra clase social no lo entendería, sería una humillación para todo la familia. Tiene que entender que hay cosas que no se pueden hacer de dominio público, y espero que usted sea discreto en este asunto.

Las últimas palabras que dijo las escuché vagamente, ya que mi mente estaba enfrascada en el pensamiento de que cómo era posible que en pleno siglo veintiuno todavía hubiera gente tan retrógrada y superficial.

De vuelta a la comisaría no hacía más que pensar en que si aquella mujer me hubiera contado en un principio todo aquello, las cosas hubieran sido más fáciles. El móvil estaba claro. Lo que no estaba tan claro es que fuera el mismo para todas las víctimas.

Al llegar a jefatura rebusqué entre las fotos de los asesinatos y allí estaba, un pequeño diablo sosteniendo un hacha en lo alto. Todos los tatuajes habían sido hechos en el vientre de las víctimas. Ese era el punto en común de todas ellas, ¡todas habían abortado!. Confirmar esta teoría me llevo varias horas de llamadas a las familias de las otras víctimas, y todas confesaron y expusieron los mismos argumentos que la madre de Laura. Pero había algo que le daba una dimensión distinta al caso, porque Jordi no era el padre en ninguno de los casos.

Me marché a casa agotado y desanimado porque las cosas no estaban tan claras como unas horas antes. Y había una pregunta que me rondaba la cabeza: -si Jordi era el asesino del Tatoo, cómo sabía que todas ellas habían abortado. A la vez la sombra de una duda asomaba a mi mente: -¿y si Jordi no era el asesino?.