Esa tarde apareció el cuarto cadáver, en las mismas circunstancias que los anteriores y con el tatuaje completo, en la cara de Sandra, que así se llamaba la chica, se veía la sorpresa de una vida cortada antes de tiempo.
Apenas había dormido en los días anteriores, y el cansancio se adueñaba de mí. Sin embargo no podía dormir, cada vez que cerraba los ojos veía la cara de aquellas chicas. Esa noche fui a un bar cercano a mi apartamento y comencé a beber hasta que mis sentidos quedaron anestesiados por el alcohol y perdí conciencia de lo que estaba haciendo y de lo que estaba pasando.
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