Un par de días después el jefe me llamó a su despacho, y al abrir la puerta lo encontré sentado junto a Vallejo y sosteniendo una taza de café humeante.
- Buenos días Sam, prepárate un café y siéntate.- Me dijo. Y así lo hice.
-¿De qué se trata jefe?- pregunté intrigado.- Serás un gran detective, tienes curiosidad y ganas de aprender. Sólo que tendrás que serlo ya. Vallejo abandona el caso por motivos personales ineludibles y el único teniente que nos queda eres tú, por tanto, debes ocuparte del caso del Tatoo.-
-Pero...- intente hablar cuando el jefe me interrumpió- No hay nada más que hablar, el teniente te pondrá al día antes de marcharse.
Vallejo se levantó y me invitó a salir del despacho, a lo que, evidentemente, no me resistí.
Me senté en mi mesa y Vallejo se acercó con unos papeles.- Esta es toda la documentación del caso, aunque está incompleta.
-¿Cómo?- pregunté.
-He dicho que esta incompleta, no están las autopsias.
-¿Por qué?
- Porqué ninguna de las familias de las víctimas permitieron que se hicieran. Es extraño pero ninguna de ellas lo permitió.
Estaba cansado, pero antes de irme a la cama repasé de nuevo los informes y no dejaba de preguntarme por qué las familias de esas chicas no colaboraron para ayudarnos a descubrir quién le había hecho eso a sus hijas. Me dormí con este pensamiento en la cabeza.
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