lunes, 29 de noviembre de 2010

Capítulo 16 - Jueves 15 de Septiembre

Esa mañana intenté hablar con el gerente de la discoteca que frecuentaba Jordi, pero su esposa me dijo que estaría ocupado todo el día y que podría localizarlo a partir de las doce de la noche en el local.

El día paso sin más novedades salvo que alguien filtró a la prensa mi nombre como el teniente que llevaba la investigación de los asesinatos y, tuve que entrar y salir de la comisaría por la puerta trasera que daba a un triste callejón en el que sólo se podían encontrar los contenedores de basura y papeles.

Cené a las diez de la noche, sándwich y zumo tropical, ya se sabe, comida de soltero. Después me di una ducha y decidí acicalarme un poco, era la primera vez que iba a una discoteca desde que llegué a Vigo y quién sabe sí…. A las doce y media llegué a la puerta de la discoteca y miré un cartel que decía “Fiesta universitaria principio de curso”, la decepción me invadió hasta que entré, previo pago de la consumición, y vi que los universitarios y universitarias cada vez tienen mayor edad. Me arrimé a la barra y le pregunté al camarero:
- ¿Has visto a Jordi por aquí?
- No, soy nuevo llevo una semana trabajando. ¿Quieres tomar algo o no?.
- Ponme un Jack Daniels con hielo y quiero hablar con el gerente– dije mientras metía la mano en mi bolsillo para sacar la placa y mostrársela al chaval.

Siempre me había desagradado la superioridad con que los policías muestran la placa, pero ahora que era yo el que la tenía, le estaba cogiendo el gustillo.

Minutos después un hombre de unos treinta y cinco años se me acercó diciendo: - Usted es el que habló esta mañana con mi mujer. Le puedo asegurar que todo está en regla.
- No tengo la menor duda de que lleva usted el local con legalidad. Quiero preguntarle por esta persona- dije mientras le mostraba la foto de Jordi.
- Sabía que alguien vendría a preguntar por él, lo he visto en los periódicos y en la televisión.

Me entraron ganas de saltar por la pista de baile gritando “Eureka”, pero decidí que mi excitación no debía salir al exterior, al menos no en aquel momento.
- ¿Así que le conoce?
- Sí, es Jordi. Solía venir mucho a la discoteca, pero le prohibí la entrada por que amenazaba a los camareros si no le servían las copas gratis. Cuando le dije que no podía entrar más, se puso furioso y me amenazó de muerte. Pensé que era la frase de un chaval embriagado por el alcohol y por la música, pero ya veo que no era así. Mi mujer y yo estamos muy preocupados por lo que nos pueda ocurrir, además tenemos un hijo con diez meses sabe y ….
- Tranquilo, lo encontraremos y usted y su familia no tendrán que preocuparse más. Por cierto otra pregunta ¿vio alguna vez a Jordi con alguna de las víctimas?
- No, apenas me relaciono con la clientela y mis camareros tampoco lo hacen porque cada mes los cambio, ya sabe para que no inviten a más copas de las que venden. Conozco a Jordi porque me dio muchos problemas.
- Cuando salía de la discoteca acudió otra pregunta a mi cabeza y gritando pregunté-¿qué bebía Jordi?
El gerente se me quedó mirando extrañado durante unos segundos y finalmente respondió- whisky- vaciló un instante – sí, seguro, bebía whisky Dic.

Me fui casa a casa tan emocionado por haber resuelto el caso que no me di cuenta de que había abandonado la discoteca cuando la fiesta no había hecho más que comenzar.

Al meterme en cama una cosa me daba vueltas a la cabeza, ¿porqué la tercera víctima había escrito DIC y no Jordi?. Todo parecía muy claro, pero todavía había algo que no encajaba.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Capítulo 15 - Miércoles 14 de Septiembre

Me desperté más tarde de lo normal en las últimas semanas, estaba relajado y tranquilo. En la conversación que sostuve con Gutiérrez y Vallejo, que hablaba a través del manos libres, llegamos a la conclusión de que Jordi era el candidato perfecto al asesinato y que probablemente tuviera problemas psicológicos debidos a una infancia que, según el dossier recopilado por Raquel, pasó entrando y saliendo del reformatorio, con un padre alcohólico y adicto al juego y sin madre, ya que esta murió durante el parto de Jordi, su único hijo. Probablemente el padre echase la culpa a su hijo de la muerte de su mujer y las palizas y vejaciones fueran constantes. Jordi pasó varias veces por la cárcel por incidentes menores, una pelea en un bar, una acusación de proxeneta, etc. Tenía el perfil psicológico adecuado para ser un asesino en serie, ahora sólo había que encontrar su relación con las otras víctimas. El móvil sin duda era la envidia por una niñez repleta de facilidades frente a las desgracias que tuvo que vivir él.

Jordi fue puesto en busca y captura, se controlaba la salida de personas por tierra, mar y aire. Su imagen se difundió en medios de comunicación locales y regionales.

Convoqué en la comisaría a los familiares de las otras víctimas para saber si conocían a Jordi o habían oído a sus hijas hablar sobre él, pero el resultado que obtuve fue negativo. Pasé entonces a un plan más tosco, pero que podía resultar, y de hecho así fue. Pregunté a cada una de las familias por separado los hábitos de ocio que tenían sus hijas, preguntas del estilo ¿le gustaba a su hija la lectura?, ¿el cine?, ¿el futbol?, ¿las discotecas?, ¿qué clase de discotecas?,¿alguna en concreto?, y aquí es donde encontré un punto en común de todas las víctimas. Todas ellas frecuentaban una conocida discoteca del centro de la ciudad, caracterizada por acoger a personas de alto nivel económico y con gustos nocturnos más bien extravagantes. Eran muchas las personas que acudían a ese local los viernes y sábados por la noche, pero que todas las víctimas coincidieran en él era de lo más significativo. Ahora sólo faltaba ir a la discoteca y descubrir si Jordi también era un cliente habitual.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Capítulo 14 - Martes 13 de Septiembre

Llevaba más de dos semanas trabajando sin descanso, la baja de Vallejo me obligaba a trabajar los fines de semana y a estar disponible todos los días para lo que pudiera surgir. Supongo que el jefe Gutiérrez había repartido los trabajos de menor relevancia con los de uniforme, ya que lo único a lo que me dedicaba yo era a buscar al asesino del tatoo.

Esa mañana salí pronto de mi apartamento y me dirigí a la dirección en la que vivía Jordi. Era una casa pequeña, de una sola planta y con aspecto deprimente. Él no estaba, así que aparqué en un callejón y me metí en un bar que había enfrente de su casa.
Mas que un bar era una taberna de barrio, con olor a vino malo y suciedad por todas partes. La dueña era una mujer alegre, que andaba de una lado para otro con una mandil puesto y el pelo recogido en una cola de caballo.
Mientras lavaba unos platos le pregunté por Jordi, y me dijo que era un buen chico, muy trabajador. Comento que sus padres murieron cuando él era pequeño y que había pasado la mitad de su vida en un orfanato. Una hora después la mujer me dijo:
- mire, ahí esta Jordi-

Era un muchacho delgado, con el pelo corto, ojos hundidos y barbilampiño. Dejé que entrara en la casa y luego me acerqué a la puerta. Era un día caluroso, pero llevaba puesta una cazadora de cuero bajo la que ocultaba el revolver.

Llamé a la puerta y sostuve en mi mano izquierda la placa mientras la derecha se introducía en mi cazadora tocando la culata de la pistola.
- Buenos días, policía- dije cuando abrió la puerta.
- Buenos días – respondió con cara de sorpresa.
- Quiero hacerle algunas preguntas sobre Laura- aún no había terminado de decirlo cuando mi cabeza golpeaba la acera tras haber sido empujado por el muchacho, que corría gritando con la voz desgarrada - ¡yo no lo he hecho!, ¡yo no lo he hecho!, yo la quería y cometí el error de apartarme de su lado y permitir que todo esto pasará. ¡no la he matado!, ¡¡la quería, la quiero!!.
Saque la pistola de la funda y apunté, pero yo nunca había disparado a nadie, así que la vista se me nubló y sentí un ligero mareo. Jordi escapó y aunque sus palabras parecían sinceras, el sentido común me decía que si fuera inocente no escaparía de aquella manera.

Cogí el coche y me marché a comisaría para comunicar al jefe Gutiérrez lo que había ocurrido. Por el camino intentaba dar vueltas a una posible relación de Jordi con las otras víctimas.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Capítulo 13 - Lunes 12 de Septiembre

Me desperté con un gran dolor de cabeza debido a la resaca, me di una ducha y mientras me secaba vi algo que hizo que la toalla cayese de mis manos y los músculos de mi estómago se pusieran en tensión hasta arrodillarme en la taza del water y hacerme vomitar lo poco que había cenado la noche anterior. El diablo sosteniendo el hacha estaba tatuado en mi ombligo. No podía creerlo, pero ahí estaba igual que lo sigue estando hoy en día.
Ese cabrón sabía dónde encontrarme, sabía quién era y podía haberme matado. ¿Por qué no me había matado?.

Fui a la comisaría y le dije al jefe Gutiérrez lo que había ocurrido. Noté la preocupación en su cara, pero me dijo que no podía abandonar.
- He llamado a Rial, el mejor de nuestros detectives, pero está en Nueva York y no podrá regresar hasta dentro de un par de semanas, así que debes aguantar chico. A partir de hoy tienes luz verde para tramitar todos los permisos que necesites y tienes a tu disposición a cualquiera de las personas en activo.

Salí del despacho algo más animado, pero nadie podía quitarme de encima el miedo que me provocaba el saber que el asesino me conocía. Pedí a Raquel que obtuviera información de cuántos hombres llamados Jordi habían llegado en los últimos dos meses.
Mi sorpresa fue que me dijo:- estaba esperando que me lo pidieras.
- ¿Qué?- respondí sin entender bien lo que me decía
- Gutiérrez me mandó buscar esa información el mismo día que conversaste con la madre de la primera víctima. Su nombre es Jordi Hernández Pau, 28 años, natural de Gerona y residente en Vigo desde 1993. Viajó a Brasil el 18 de Julio.
- Todo eso es muy interesante, pero no tiene ninguna validez para el caso.- dije girándome para salir de la comisaría.
- Sam- gritó Raquel- tu amigo llegó a Santiago de Compostela el 11 de Agosto procedente de Brasil en el vuelo de las doce de la mañana con escala en Madrid y alquiló un coche en el aeropuerto que fue devuelto en Vigo a las 14:45 horas.
Me giré hacia ella sorprendido y la interrogué con agresividad -¿dónde está ahora?.
Eso es cosa tuya, hay cosas que no se pueden hacer desde una oficina. - dijo serenamente.

Sonsacarle a la madre de Laura el domicilio de Jordi fue más difícil de lo que esperaba, era como si quisiese ocultar algo, proteger a alguien. Y sin embargo no creía que fuese a Jordi al que protegía, ya que cada vez que su nombre aparecía en la conversación su rostro se tornaba oscuro y el diálogo se convertía en una sarta de improperios hacia él.

Eran las 21:30 horas y me dirigía a la casa de Jordi que se encontraba en uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad. Sentía que por fin algo empezaba a tener sentido, pero la relación del Gironense con las otras víctimas era incierta. Escuché un aviso por radio que preguntaba por mi localización, miré la radio con miedo y un par de minutos después me dirigía hacía las playas, con la sirena puesta y la adrenalina superando todos los niveles permitidos. Otra chica, pero aún no había muerto. La muchacha vivía en un chalet adosado frente a la playa. Entré en la casa corriendo y, guiado por mis compañeros, subí las escaleras que llevaban al dormitorio. Todos se apartaron al verme llegar. Parecía que las órdenes del jefe habían llegado a sus oídos.

Había algo distinto, la chica está tapada por una sábana blanca empapada de sangre. Pregunté: -¿quién ha llegado primero?. Uno de los de uniforme da un paso adelante y me contesta:- yo señor. Recibí el aviso de que había llegado una llamada pidiendo ayuda, y me encontraba a un par de kilómetros de la zona.
-¿Porqué la has tapado?
- No la he tapado señor, estaba así cuando llegué.
Miré a la chica e intenté tranquilizarla con la mirada, aunque en aquella situación era difícil conseguirlo.
- No hables de momento, te voy a destapar pero no te voy a hacer daño. De acuerdo.- dije con lentitud.
Ella respondió afirmativamente con la cabeza con un gesto lento y cansino.
Retiré la sábana con suavidad y vi que no tenía el tatuaje. Volví a tapar a la chica y me acerqué a ella:
-¿Cómo estás?
- Un cura-. Un hilillo de voz salió de su boca antes de perder el conocimiento.
Me giré gritando, que venga rápidamente la ambulancia y traedme una cura.
- El padre Eneas ya está aquí señor, entró en la casa cuando vio el alboroto.- dijo el mismo hombre con el que había hablado antes.
El padre pidió un poco de tranquilidad y le dejamos sólo para que administrara la extremaunción a la muchacha.

La ambulancia llegó un par de minutos después, pero la chica había muerto. Recuerdo que me coloqué junto a la cama y comencé a hacerle el masaje cardiovascular con violencia. Jamás podré expresar lo que sentí en aquel momento. La chica había visto a su asesino y no me lo pudo decir.

Me senté en el suelo con la cara entre ellas manos y la espalda apoyada en una pared mientras veía como retiraban el cadáver y los especialistas tomaban huellas e intentaban buscar pistas sobre la escena del crimen. Sabía que no iban a encontrar nada, el asesino era muy cauto y no había cometido ningún error hasta ese momento.

El padre Eneas se sentó a mi lado y me preguntó si necesitaba ayuda espiritual. Le dije que todo aquello me estaba sobrepasando, aunque creo que él había tenido ocasión de verlo unos minutos antes.
- No sé cómo una persona humana puede hacer estas cosas Padre, cómo se puede llegar a esto.
- Los caminos del Señor son inescrutables hijo mío, debes ser fuerte y afrontar las cosas con firmeza.- respondió Eneas con una voz que transmitía paz.
- Siento que este mundo se derrumba a mi alrededor Padre, y que no puedo hacer nada para evitarlo. Hecho de menos a mi familia, y este caso me está matando.
- ¿Has leído la Biblia hijo mío?
- No, Padre.
- Pues léela, en ella están todas las respuestas, por muy complicadas que sean. Sólo hay que leer con fe e interpretar las lecturas en cada caso.

Hablar con el Padre era reconfortante, me hizo sentir tranquilo y en paz.... aunque sólo fuera durante unos instantes.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Capítulo 12 - Domingo 11 de Septiembre

Esa tarde apareció el cuarto cadáver, en las mismas circunstancias que los anteriores y con el tatuaje completo, en la cara de Sandra, que así se llamaba la chica, se veía la sorpresa de una vida cortada antes de tiempo.

Apenas había dormido en los días anteriores, y el cansancio se adueñaba de mí. Sin embargo no podía dormir, cada vez que cerraba los ojos veía la cara de aquellas chicas. Esa noche fui a un bar cercano a mi apartamento y comencé a beber hasta que mis sentidos quedaron anestesiados por el alcohol y perdí conciencia de lo que estaba haciendo y de lo que estaba pasando.